¿Puede una cosa mala transformarse en buena?*

¿Puede una cosa mala transformarse en buena?*

Dentro de distintos parámetros los acontecimientos pueden clasificarse como buenos o malos. En la historia peruana la inmigración china ha sido analizada desde ambas perspectivas. La mala surge de la visión local, donde la influencia china se veía como objeto que estorbaba en el proceso civilizatorio, una raza que no aportaba al ideal europeo –del cual el Perú se encontraba lejos debido al componente indígena– y donde la élite a conveniencia económica decidió ‘importar’ mano de obra barata sin voltear a ver las necesidades locales.

Con la distancia temporal necesaria, hoy no es difícil entender esta inmigración como algo bueno: el enriquecimiento cultural, además del auge económico de una comunidad que fue marginada han cambiado la visión de la sociedad peruana, impulsada también por estudiosos y entusiastas que han dedicado su trabajo a desenmarañar la historia.

Lado malo y lado bueno son claramente opuestos, estos son para Mao Zedong –como parte de su influencia leninista pero enriquecido con el conocimiento de su propia cultura– una de las varias contradicciones que presenta la sociedad. Estos opuestos, con los medios adecuados y especialmente con los esfuerzos mancomunados de todo un pueblo unido, pueden lograr transformarse en sus contrarios. En este sentido, una cosa mala puede convertirse en buena.

Así, dentro del fenómeno de la migración china al Perú podemos encontrar estos opuestos y cómo las cosas malas, con esfuerzos personales y colectivos, se tornaron en cosas buenas.

Para nadie es extraño que viajar hacinado en un barco, trabajar en islas guaneras o en extensas jornadas agrícolas en las haciendas era algo malo; pero el arduo trayecto y el pesado trabajo forjaron en esos inmigrantes el temperamento que los llevó a superar obstáculos y convertirse en la comunidad sino-peruana que es hoy, algo realmente bueno.

Se considera malo el vivir con escasos recursos y acceder a raciones de alimentos que la sociedad de la época despreciaba. Mas el ingenio de crear nuevas comidas, que de ahí hayan funcionado las fondas y que hoy todos reconozcan en el ‘chita’ un producto fusión de gran calidad es sin duda una cosa buena.

La discriminación y el abandono que vivieron los chinos en el Perú era una cosa mala, claro está, pero eso los obligó a buscar el apoyo fraterno y fundar sociedades centenarias que hoy son ejemplos silenciosos de la unidad que perdura en el tiempo. Esto, es una cosa buena.

Incluso dentro de la misma comunidad la inmigración casi exclusiva de varones era vista como algo malo, sin embargo eso los llevó a formar familias con mujeres peruanas, uniones de las que hoy los tusanes son testimonio que enriquece la cultura. ¿No es esto algo bueno?

Finalmente, es innegable que la pobreza en la que arribaron a las costas peruanas era algo malo, pero eso los mantuvo en una vida austera, que sumada a la laboriosidad que aplicaron en sus negocios, fue el germen de las grandes empresas que forjaron y que llegaron a ser reconocidas como un valor nacional por los peruanos. Algo muy bueno.

Tenemos que aprender a examinar las cuestiones en todos sus aspectos, ver no sólo el anverso de las cosas y sino también su reverso y recordar que aunque hoy no todos los migrantes chinos estén relacionados con los culíes, ni todos los tusanes desciendan de ellos, la constancia de los inmigrantes decimonónicos dio pie a que la cultura china sea en el Perú lo que es hoy.

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*Ensayo escrito a propósito del texto homónimo de Mao Zedong publicado en Cinco tesis filosóficas de Mao Tsetung. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing, 1974, pp. 227-231. Todas las citas son tomadas del texto en mención.

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