La cabalgata roja: cómo se festeja el año nuevo chino en Valencia

La cabalgata roja: cómo se festeja el año nuevo chino en Valencia

Paloma Chen

El pasado sábado 17 de febrero, la comunidad china daba la bienvenida al nuevo año en la ciudad española de Valencia, tierra caracterizada, al igual que la de nuestros paisanos del otro lado del mundo, por el arroz y la pólvora, tal y como bien se encargó de destacar la vicealcaldesa en su discurso final, cuando las autoridades valencianas se reunieron para agradecer a la Asociación de Comerciantes Chinos de Valencia y al Instituto Confucio la organización de la cabalgata de la Fiesta de Primavera.

El encuentro se realizó a las 8 de la tarde, tras un largo día teñido de rojo que comenzó a las 10 de la mañana en la Plaza del Ayuntamiento. En ella, se dispusieron una docena de puestos de distintas entidades (entre ellas, el Instituto Confucio, restaurantes, grupos de estudiantes, centros de artes marciales…) que se encargaron de difundir la cultura tradicional china, desconocida para gran parte de los valencianos. Muchos consideran que esta es una comunidad hermética y cerrada, pero actividades como la cabalgata anual son la oportunidad perfecta para conocerlos más allá de sus restaurantes y bazares.

La jornada transcurrió con numerosas actividades y eventos que suscitaron curiosidad en los ojos de los transeúntes. Se respiraba un ambiente festivo por todo el centro de la tercera ciudad más importante de España, con linternas rojas colgadas de las farolas, la puerta del Ayuntamiento con el Feliz Año Nuevo escrito en chino y en valenciano, dragones danzando por la Estación del Norte, decoración en los locales del Chinatown valenciano (Calle Pelayo, desde la que empezó el desfile, donde se concentra el mayor número de negocios chinos) y un enorme escenario que albergó interesantes demostraciones de kung fu, danza y música.

 

El desfile, el más multitudinario de todos los realizados hasta hoy, fue un homenaje total a una cultura milenaria. No solo desfilaron asociaciones chinas, sino también, dando la sensación integradora de no ser un evento solo de los extranjeros, muchas más instituciones y muchos españoles que, por medio de su colaboración, mostraron su pasión por esta civilización, como las batucadas o las escuelas de artes marciales y meditación, que realizaron acrobacias y coreografías de taichi y wushu. Además de los comerciantes, participaron la Asociación Bianmin, la Asociación Cultural Han (que da clases del idioma, pintura e instrumentos clásicos) y otros colegios y academias. Los miembros desfilaron vestidos con las ropas tradicionales de los han y de otras minorías étnicas del gigante asiático. No faltó la danza del dragón y del león (cuyos movimientos espasmódicos hicieron las delicias de los más pequeños), un sorprendente espectáculo de cometas de animales, cabalgatas decoradas con caracteres a cada cuál más folclórica y chillona desde las que se tiraban caramelos y chucherías, y también mucho disfraz y “yellow face”.

La curiosidad de los valencianos fue más que palpable ese sábado lluvioso, pues muchos aguantaron las largas colas que se formaban en los distintos puestos de la Plaza del Ayuntamiento: caligrafía, calendarios personalizados, farolillos, nudos, té, papel recortado, seda, juegos infantiles…. Al mismo tiempo, chinos enfundados en sus hanfu paseaban por los alrededores y se sometían a sesiones de fotos interminables con los viandantes, inconfundibles portando sus nombres caligrafiados.

Finalmente, el escenario fue ocupado por los comerciantes chinos. “En China, la primera lluvia de la fiesta de primavera significa riqueza”, fue el consuelo que nos quedó al ver que el agua arrancaba el año 4716, el año del perro de tierra. “La plaza más emblemática de Valencia es hoy de la comunidad china”, concluyó la vicealcaldesa de la ciudad, Sandra Gómez. Los atronadores fuegos artificiales pusieron la brecha final, como no podía ser de otra manera en un encuentro entre valencianos, chinos y chinos valencianos.

 

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