Autor
Título
Cielo ajeno
Fecha de publicación
Resumen
El recuerdo de un padre que se fue sin ser feliz, adioses que no terminan, añoranza de una tierra lejana, bajo el cielo ajeno donde quedaron sus luces. El poema Cielo Ajeno en voz de su autor Nilton Maa es el cuarto episodio de la segunda temporada del programa Poesía tusán, desde la voz de sus autores emitido por Spotify, Anchor y Overcast del 9 al 16 de mayo de 2021.
Extensión
00:01:43
Tipo
Idioma
spa
Derechos de acceso
info:eu-repo/semantics/openAccess
Enlaces relacionados
Referencia bibliográfica
Maa, N. (Presentador). (12 de mayo de 2021). Cielo ajeno (Núm. 4) [Episodio de Podcast]. En Poesía tusán, desde la voz de sus autores. Segunda temporada
Tipo de obra creativa
Transcripción
El cielo ya era ajeno, padre
cada vez que volviste aquellos ojos,
cada suspiro esparcido en la letanía,
como hincón que se siente en el pecho
frente a la luz esparcida sobre el manto,
un camino recorrido en circular,
que no se olvida, insoluto,
como la espuma grabada en la pupila
o el recuerdo de tu cuerpo inerte.
Cada mañana saludaste a la noche
de un cielo distinto,
cada tarde anocheció sobre tu rostro
y al caer de mis luces
se encendieron las tuyas.
Arrastras los pies por el pasillo,
te pierdes en la ilusión
de un sol que no regresa para nosotros,
la tierra que se perdió al caer de la tormenta,
la lengua que no heredaste junto a la sangre,
la caricia de un acento que no duda,
como la patria que añoraste,
que nunca fue mía
como lo fue ninguna.
Nacimos en el Perú como escogiste,
crecimos entre rocas, lagartijas y escorpiones,
bajo la sombra de los dedos
nos protegimos del insulto
y aquí estoy ahora repitiendo tu nombre.
Padre, vuelve los ojos sobre mí
y dime si aún me añoras,
si aún me escoges por encima de la tierra,
del horizonte abandonado que no olvidaste
como yo no olvido
la certeza de tu final amargo.
cada vez que volviste aquellos ojos,
cada suspiro esparcido en la letanía,
como hincón que se siente en el pecho
frente a la luz esparcida sobre el manto,
un camino recorrido en circular,
que no se olvida, insoluto,
como la espuma grabada en la pupila
o el recuerdo de tu cuerpo inerte.
Cada mañana saludaste a la noche
de un cielo distinto,
cada tarde anocheció sobre tu rostro
y al caer de mis luces
se encendieron las tuyas.
Arrastras los pies por el pasillo,
te pierdes en la ilusión
de un sol que no regresa para nosotros,
la tierra que se perdió al caer de la tormenta,
la lengua que no heredaste junto a la sangre,
la caricia de un acento que no duda,
como la patria que añoraste,
que nunca fue mía
como lo fue ninguna.
Nacimos en el Perú como escogiste,
crecimos entre rocas, lagartijas y escorpiones,
bajo la sombra de los dedos
nos protegimos del insulto
y aquí estoy ahora repitiendo tu nombre.
Padre, vuelve los ojos sobre mí
y dime si aún me añoras,
si aún me escoges por encima de la tierra,
del horizonte abandonado que no olvidaste
como yo no olvido
la certeza de tu final amargo.