Encantado de conocerles
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Mi “viaje al Oeste” realmente no empieza conmigo. La primera vez que escuché la palabra Xi – ban – ya (España) tenía tan solo tres años. Nací en un barrio humilde de Beijing y el hecho que mi padre decidiera emigrar a España fue un aumento de mianzi familiar en toda regla. Recuerdo a mis vecinos, amigos, familiares y compañeros de colegio mostrando cierta envidia y admiración cuando les contaba que mi padre estaba en el extranjero. Salir al extranjero en el imaginario chino de los 80 era un mundo fantástico lleno de dinero y oportunidades.
La moda de salir al extranjero no llegaría a China hasta el final de los 90, pero mi padre fue un verdadero emprendedor visionario. Partió de su país en 1983, dejando atrás una familia con un niño de 3 años para irse a la aventura y a luchar por un futuro mejor para todos.
Los años no pasaron rápidamente. Mi madre y yo, tras 7 años de papeleo continuo, pudimos venir a España a principios de los 90, tras toda una infancia sin ver a mi padre. Me pareció un total extraño cuando nos volvimos a encontrar en el aeropuerto de Barajas. Siempre pensaba que era duro crecer sin un padre como referente, pero ahora, entiendo que era más duro perderse la infancia de tu propio hijo.
Con el dinero ahorrado y préstamos de amigos y familiares, pudimos conseguir el traspaso de un restaurante chino de pueblo. Tuvimos mucha suerte, porque de alguna forma, elegimos un pueblo precioso, un pueblo alicantino llamado Xàbia, con gente maravillosa que nos ha querido durante los 25 años que tuvimos el negocio abierto.
Durante mi infancia, recuerdo que me sentía uno más. Al ser un pueblo con muchos extranjeros, nunca me sentí fuera de lugar. Todo el mundo me conocía, y tuve amigos de todas las nacionalidades. ¡Recuerdo que en el instituto éramos más extranjeros que locales en una clase de 22 estudiantes!
Al terminar el instituto, mis padres me dieron la opción de seguir trabajando en el restaurante o irme a València a estudiar una carrera. Como muchos ya sabéis, para los padres chinos solo existen 4 posibles carreras universitarias; Medicina, Arquitectura, Derecho o… deshonrar a tu familia. Yo entre Derecho y deshonrar a mi familia, elegí la carrera de Derecho, y tras algunos largos años de vida de estudiante, conseguí terminarla y ser abogado, aunque nunca me he sentido atraído por el mundo de las togas y procedimientos que se dilatan en el tiempo. Quizá es porque siempre he llevado al emprendedor dentro. Al igual que mi padre, siempre buscaba algo diferente.
2010, el año que lo cambió todo
La crisis económica hizo que no encontrara trabajo “de lo mío” (pero, ¿qué era lo mío?), la crisis personal hizo que rompiera una relación de pareja que no tenía futuro. Así que tuve que cambiar de enfoque: en vez de buscar jefes que me contrataran, salí a buscar clientes que me pagaran. Además, como no tenía dinero para emprender, tuve que recurrir al ingenio de nuevo para empezar. Conseguí un dominio .es gratuito que nunca renové; no di de alta a la empresa hasta que no firmamos con el primer cliente; imprimí unas tarjetas a dos colores porque eran más baratas que a cinco colores; y compartí el wifi con el vecino, aunque él no lo sabía.
De esta forma, nació la idea de Mediterrasian Consulting, mi empresa, ¡donde yo era el CEO y becario a la vez! Porque para asistir a los eventos de networking y presentaciones, tenía que tener un nombre comercial detrás; Antonio Liu Yang no era suficientemente conocido entonces. En uno de esos eventos de emprendedores tuve la suerte de conocer alguien que me introdujo en el maravilloso mundo de la interculturalidad: me dio las herramientas necesarias para convertir mi pasión en conocimiento, me animó a ser formador intercultural y me invitó a formar parte de la familia de SIETAR.
Al mismo tiempo, compaginaba mi labor de consultor con mi pasión por la docencia. Haciendo un trabajo constante de Marca Personal me he podido hacer un hueco dentro del mundo de la interculturalidad entre China y España, mis dos culturas. He llegado a dar más de 1000 horas de formación a empresas españolas que trabajan con China, a empresas chinas que vienen a invertir en España, a estudiantes de grado interesados en el idioma, a empresarios chinos afincados en España para conocer mejor la tierra donde están viviendo y a estudiantes de posgrado fascinados con el gigante asiático.
El resto de la historia muchos de vosotros ya lo conocéis: galardones, premios, reconocimientos, trabajando duro en sectores tan diversos como el de la enseñanza, el fútbol, el turístico y las start ups.
He de confesar que soy una persona afortunada de poder trabajar en lo que me gusta, con cierta flexibilidad, donde puedo compaginar mis pasiones, mi vida personal y vivir entre las dos culturas; todo esto lo he podido consolidar en menos de 8 años. El mensaje que me gustaría dejar es que no importan las dificultades ni los factores externos; si apuestas por algo, tarde o temprano, llegará la oportunidad, y si estás preparado, puedes triunfar con tu idea y vivir de tu pasión.
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