Encuentros. De nuevo con Paloma Chen

Encuentros. De nuevo con Paloma Chen

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Policarbonato

Un placer, encantada,
me llamo paloma,
y soy alicanchina.

Nací en España, ya desarraigada.

Sin identidad reconocida;
con permiso de residencia
desde el primer hálito de vida.

Extracomunitaria,
apostada y perdida.

Como una isla esquiva
en el Pacífico,
por la política del hijo único.

Desde entonces he escuchado
cinco mil años de historia
cuatro grandes inventos
mil trescientos millones de habitantes
que desplazan el eje de la Tierra
en cada Fiesta de la Primavera.

¿Es mi cuerpo territorio neutral cuando sufre una
disociación entre
mi(s) nombre(s),
mi rostro y mi recién estrenada
nacionalidad?

¿Qué hacer desde la desconfianza
de la comodidad en la incomodidad,
cómo proceder en la venta de la multiculturalidad,
de nuestros currículums, nuestra capacidad 
para procrear
y aumentar la natalidad?

Ayer miraron a los forasteros con temor,
hoy nos miran, avaros,
como ese otro territorio inexplorado.

Miro a estos orgullosos ciudadanos
que dicen
libre flujo de capitales pero no de personas.

Y después de casi dos décadas de servicio,
un DNI me ha sido concedido.

Y el policarbonato
de este documento nacional de identidad
a la descomposición de mi cadáver
sobrevivirá. Paloma Chen

Desde que pusimos fecha a la nueva estancia de investigación en el marco del Proyecto Connected World financiado por la Unión Europea, del cual participo junto a otros 100 investigadores, tomé la decisión de conocer a una joven poetiza chino-española que ganó un concurso en España. En julio de este año escribí un artículo sobre ella cuando buscando en las redes me encontré con la agradable noticia de que en marzo de 2021 Chen había ganado el primer lugar en el II Premio de Poesía Viva organizado por Ámbito Cultural en la sede de la Real Academia Española (RAE).

Nacida en Valencia, Chen alzó sus alas para hacer una maestría en Barcelona. Me comuniqué con ella y acordamos vernos en la capital de Cataluña. Sabía que era joven, apenas rebasa los 20 años, pero cuando vi su figura delgada figura, sus piercings, su pelo con mechones rubios, supe inmediatamente que me encontraba con una joven de la generación Z.

Nos reconocimos mutuamente. Nos abrazamos, como si nos hubiésemos conocido de antes, como dos cercanas amigas. Nos sentamos en una pequeña mesa redonda que tenía el lobby del hotel donde me hospedaba. Le pedí permiso para grabarla. Nuestra conversación fluyó mágicamente.

Mientras conversábamos le hacía preguntas y me di cuenta de que estaba ante una joven mujer culta, amante de la lectura como pocos jóvenes; y, a diferencia de otros, incluso de mí, prefiere leer el libro físico, no virtual. Le llevé mi libro más reciente “La mujer china”, publicado por el Archivo General de la Nación y que salió a la luz este año. Le expliqué de qué trataba el libro. Para iniciar la conversación, le conté de mi familia: mi padre migrante que había salido de China, específicamente de Cantón, la ciudad que hoy se conoce como Guanzhou, en el año 1936 huyendo de la Segundo Guerra Sino Japonesa; que se había casado en 1947 con una joven mujer chino-dominicana. Le conté que mi padre soñaba con la utopía del regreso a su lar nativo, por eso una vez casado emprendió viaje a su aldea. Pero como volvieron los enfrentamientos, esta vez entre Mao Zedong y Chiang Kai Shek, decidió retornar a República Dominicana y quemar sus naves imaginarias, haciéndose dominicano e integrándose a la vida cotidiana como uno más. En ese proceso, como todo migrante, tuvo que romper moldes, esquemas, paradigmas y prejuicios sobre todo de una inmigración no deseada por la sociedad.

Le expliqué también que he estado trabajando desde hace algunos años el tema de China y la migración china; que pronto saldrán dos libros que están en fase de edición, y que esperaba que vieran la luz a inicios del 2022; y que esta entrevista formaba parte de un proyecto mayor pues estaba iniciando un libro sobre el tema de la identidad.

Esta entrada me permitió que Paloma abriera su corazón y que la entrevista fluyera. Le pedí permiso para grabarla. Me dijo que sí e inmediatamente iniciamos nuestra conversación. El tema de la identidad ha sido una constante en su vida y, por supuesto, su poesía. Durante sus primeros años de vida, vivió con una familia española que ahondó sus contradictorios sentimientos identitarios. Me cuenta que asumió con conciencia la realidad de su híbrida identidad en la adolescencia, cuando fue sola a China, y vio su realidad: no era completamente china ni completamente española. Ese es el drama identitario de las segundas generaciones de los hijos de migrantes en cualquier parte del mundo.

Después de la entrevista maravillosa, emotiva y realista, nos fuimos a cenar, junto a Rafael mi eterno compañero de vida, a un restaurante chino que ella eligió. Llegamos al lugar después de una relativa larga caminata. La comida era realmente típica china, sin los ingredientes occidentales que la mayoría de los chinos adecúa para complacer el gusto de sus comensales de los países de “acogida”. Nos despedimos con la promesa de volver a vernos.

Y mis padres encontraron estafa europea,
Desolación
mis padres encontraron
pala/bras part/idas que hi/eren
pequeñas llagas
lengua que supura
Y como yo no quería
pala/bras part/idas que hi/eren
pequeñas llagas
lengua que supura
me esforcé en
hablar
en la erre
en hablar
correctamente
en blanquear

mi acento
en
dominar las palabras que dominan a mis padres
que son dominados por las palabras que domino
y hoy
mi voz ya no tiene color
mi voz ya no tiene historia, Pero habla (fragmento) Paloma Chen

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