De Cam a Campos: un testimonio

De Cam a Campos: un testimonio

Rodrigo Campos
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Texto escrito por Rodrigo P. Campos para Campos del Perú, serie de intervenciones al archivo familiar 甘 (Cam) del artista Hernán Hernández Kcomt.

 

De acuerdo a la documentación, uno de mis bisabuelos chinos, llamado Gam Caan Jip (甘灿业), cuyo nombre usted puede pronunciar como Cam Tsan Yip, llegó al Perú en 1918. Aquí su identidad fue cambiada. No sabemos si por mutuo acuerdo con los representantes del estado peruano, o como un recordatorio por parte de este de que los chinos eran migrantes de segunda categoría y que su derecho a la identidad era un tema menos valioso que el de poder ser llamado con facilidad, con un nombre español, como dios manda. Aquí se convirtió en Manuel Campos. Su esposa -que probablemente fue traída años después- fue llamada aquí Victoria Ku. No sabemos su nombre chino. Sabemos que el apellido debe ser 古 (Gu/Ku) porque fue un apellido muy usual entre la gente que vino de los mismos pueblos de Zhongshan, y muy usual entre las mujeres y hombres de su grupo subétnico: los hakka (客家). La identidad de ella también fue cambiada.

Los tusanes que no hablan ninguna lengua china y que conservan un apellido mono o bisilábico suelen pensar que solo nosotros, los que somos llamados familias tusanes de «apellido cambiado», somos los únicos que sufrimos un cambio de identidad. No es necesario hablar chino, solo intentar ponernos en los zapatos de los migrantes por un momento para comprender que no fue así.

 

La discusión por volver a ser Cam/甘 es remota; sin embargo, la identidad tusán es latente, como suele pasar con las generaciones que tienen suficiente distancia para mirar la maravilla de la trayectoria.

 

Manuel y Victoria tuvieron cinco hijos. Uno quedó en China y los otros cuatro nacieron en el Perú. Uno de ellos fue Ildefonso Campos Ku, mi abuelo. Un hombre que nació como Campos en los papeles pero que, bilingue, conocía muy bien cuál era su verdadero apellido y el nombre chino que sus padres le pusieron.

Mi bisabuelo murió siendo Manuel Campos para todo un orden de leyes.

Otro bisabuelo, el padre de mi abuela, tenía la misma etnicidad y el mismo origen geográfico, por ello no sorprendía que se apellidara igual. Aquí fue llamado Agustín Campos. Dejó en China dos hijos. Aquí, con su esposa peruana, Julia Rojo, tuvo otros siete hijos antes de morir de un infarto. Una de ellas fue mi abuela Alicia Fernanda Campos Rojo. Ella sabía, como un conocimiento íntimo y familiar, que su apellido original era 甘/Cam pero que en el mundo que era de ella, sería siempre Alicia Campos.

Mis abuelos, Ildefonso Campos y Alicia Campos, tuvieron cinco hijos. Entre ellos, estaba Alicia Campos Campos (quien pudo ser Alicia Cam Cam), mi madre. Entre los hermanos Campos Campos, como en toda familia tusán, hubo algunos más inclinados a lo chino, que incluso firmaban Cam Cam en algunos contextos. Otros, más apegados a lo peruano, lo consideraban ajeno: somos Campos. Eso somos.

 

Los tusanes que no hablan ninguna lengua china y que conservan un apellido mono o bisilábico suelen pensar que solo nosotros, los que somos llamados familias tusanes de «apellido cambiado», somos los únicos que sufrimos un cambio de identidad. 

 

Para mis primos y mi generación, las discusiones de sobremesa sobre cambiarnos el apellido han terminado. Pesa más la retafila de documentos que deberíamos cambiar después. La discusión por volver a ser Cam/甘 es remota; sin embargo, la identidad tusán es latente, como suele pasar con las generaciones que tienen suficiente distancia para mirar la maravilla de la trayectoria.

Pienso en los nietos del hermano de mi abuelo. En los nietos de los hermanos de mi abuela. Hay 甘/Cam cercanos en alguna parte de Zhongshan (Guangdong), o en Macao, o Hong Kong. No sabemos si estarán en Canadá o en Australia con un apellido deletreado de otra manera.

Yo he escogido no firmar con mi apellido paterno -porque mi padre es solo una anécdota-, sino con el apellido materno. He tenido la oportunidad de elegir ser Campos en el Perú. En la escuela firmaba poemas como Cam-post. Somos el después de un viaje y su aterrizaje. Somos el postfacio de una transculturación. Estudié mandarín, que no es la lengua de mi abuelo ni de mis bisabuelos, y me fui a estudiar a China por cuatro años. Pude usar mi nombre en chino más allá de los muros de mi casa: 甘子涵 (Gan Zihan, pronuncie usted Cam Tsihan). Ese nombre aparece en una serie de documentos de la universidad y de la vida diaria que atestiguan mi paso por Shanghai. Cien años y cuatro generaciones después, había otro Cam venido desde los Campos. Pero es el mismo que escogió ser Campos aquí, en el Perú. Es el que, gracias a ellos, tiene la posibilidad de vivir en un puente, yendo y viniendo, entre dos orillas.

 

 

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