El teatro tradicional chino en Perú: un crisol de espectadores

El teatro tradicional chino en Perú: un crisol de espectadores

Lissette Marie Campos García
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Por Lissette Marie Campos García

lissette.campos@unmsm.edu.pe

 

Fuente de imagen: La fiesta del aniversario chino. (octubre, 1917). Variedades,
XIII(502), 1068.

Era noche de estreno en “La Carpa” de los Barrios Altos, sentados en las viejas bancas que habían sido traídas del Politeama, un grupo de jovenzuelos reían de sus diabluras a costas de los chinos que entusiastas vivían cada minuto de la obra, mientras un viejo limosnero se hacía espacio entre un zapatero, que se comía las uñas ante los saltos mortales que el artista daba sobre el escenario, y un modesto funcionario público, que contemplaba la escena estupefacto. Filas más adelante, el señor prefecto, invitado especial de la gala, era asistido por un amabilísimo asiático que le traducía los parlamentos, a la vez que era saludado por los notables de la ya bien instalada colonia china. Capturaba el momento un reportero de Variedades que no veía las horas de salir volando al Palais Concert, de donde había llegado Abraham Valdelomar, que con sus colónidas buscaban asientos libres procurando estar lo más cerca posible a Tórtola Valencia, aquella danzadora evocadora de Asia. Mientras que un José Carlos Mariátegui, que por los azares del destino paseaba por la calle del rastro de la Huaquilla, miraba con desdén la entrada hacia el teatro tradicional chino de Lima.

Lo que fue el teatro tradicional chino en Perú de mediados del siglo XIX a la década de 1920 ha sido completamente olvidado en la memoria colectiva de los habitantes de la ciudad de Lima. Las nuevas generaciones y los procesos migratorios internos redefinieron aquello que debía ser conservado y transmitido, no había lugar para prácticas teatrales que dejaron de tener continuidad hace más de ocho décadas. Sin embargo, existió una época en que el teatro tradicional chino estuvo en boca de todos los limeños.

La sonoridad de la música, lo resplandeciente de los vestuarios, las increíbles acrobacias, la peculiaridad del canto, la exorbitante duración de la obra -hasta altas horas de la madrugada- y las diversiones asociadas, hacían del teatro tradicional chino un espectáculo amado por unos y odiado por otros. Pero, sin lugar a duda un espectáculo que era comentado y frecuentado por todos los grupos sociales de la Lima de antaño: intelectuales, artistas, diplomáticos y el bajo pueblo; y que alcanzaba incluso a los turistas e intelectuales extranjeros. El exotismo de la representación teatral atraía un público letrado cautivado por los misterios de ese Oriente lejano, que la prensa aconsejaba presenciar “aunque sea una vez en la vida” y “por vía de variedad”. Los políticos y diplomáticos acudieron en aquellas ocasiones, en que fueron invitados por la élite de la colonia china, a funciones extraordinarias por eventos sociales, como en 1874 cuando se invitó al prefecto del departamento de Lima (El Nacional : 09/10/1874). Las clases populares disfrutaron ampliamente de las obras teatrales, ya sea por mofa, en el caso de los jovenzuelos sin oficio, o por lo llamativo de los movimientos acrobáticos y los resplandecientes vestuarios. El testimonio de un ex soldado recogido en un artículo de Rafael Hernández (198-?) retrata la presencia de los sectores populares:

“Yo he visto el teatro de los chinos. Su teatro quedaba en la calle de la Huaquilla, lo que hoy es el cine Delicias, aquí en los Barrios Altos. Sus funciones duraban toda la noche y asistía mucha gente del pueblo; a mí me llevó mi padre cuando yo era niño. Recuerdo que ese teatro era cantado, en chino supongo, porque parecían gatos. Al compás de sus instrumentos bailaban, y sus vestuarios eran muy vistosos. Era impresionante.”  (p. 17).

El pueblo coincidió con los intelectuales bohemios en su predilección por frecuentar los teatros tradicionales chinos, porque más allá del interés estético, los capturaba la permisividad de las costumbres, la posibilidad de encontrar juegos de azar, fumaderos de opio y puestos de licor y comida, servicios a los que podían acceder a la par que se desarrollaba la obra teatral. Todo ello por precios ínfimos.

El teatro tradicional chino era un espectáculo cercano al pueblo, accesible económicamente, la entrada general costaba 20 centavos en la época del teatro “La Carpa” hacia 1916 (El Comercio : 14/03/1920). En aquel costo reducido de las entradas, en el aura singular de las funciones teatrales y en las libertades para el entretenimiento residía el éxito y popularidad del teatro tradicional chino como círculo de una diversidad de espectadores de variados oficios y condiciones sociales. A él también acudieron periodistas y escritores peruanos, “periodistas nocturnos” como los llamaría un cronista que firmaba con las iniciales B.R. en el periódico El Comercio. Los diarios limeños mencionan los nombres de intelectuales como César Falcón y Clodoaldo López Merino autores de las crónicas El retorno de la farándula china (1917) y El único Amor de Tórtola Valencia (1923) respectivamente, ambas sobre percepciones y anécdotas sobre su visita al teatro tradicional chino. La presencia del escritor de  El caballero Carmelo y fundador de la revista y movimiento literario Colónida, Abraham Valdelomar en el teatro “La Carpa” también quedó registrada en la crónica La construcción del teatro chino en Lima (1920). La concurrencia de “artistas de figuración” que llegaban a Lima no pasó desapercibida y fue anotada en aquella misma crónica, que refiere las visitas del torero español Belmonte y de la bailarina hispana de danzas orientales Tórtola Valencia. Fueron dos las ocasiones en que la artista asistió a funciones teatrales chinas, la primera en la época del teatro “La Carpa”, probablemente entre 1916 y 1917, y la segunda en el teatro Delicias en compañía del periodista Clodoaldo López Merino, en el año 1923.

La popularidad del teatro tradicional chino alcanzaba a espectadores de variada procedencia geográfica. La presencia de extranjeros como parte del público configuraba este tipo de arte teatral como un potencial atractivo turístico para la ciudad de Lima. Existía un especial interés por parte de los visitantes foráneos en acudir a las funciones tradicionales chinas, así lo refiere una crónica: “Es fama que muchos extranjeros que nos visitaron, entre las reliquias y originalidades de nuestra ciudad, preguntaban por la ubicación del teatro, para ver las representaciones, en las cuales campea desde los más ingenuos temas del amor hasta las más épicas y legendarias hazañas de los dioses y héroes.” (El comercio : 14/03/1920). La novedad que el espectáculo ofrecía fue documentada por intelectuales extranjeros entre los años 1876 a 1881, en sus diarios de viaje o registros etnográficos sobre el Perú, que publicaron como libro. El diplomático belga Charles D’Ursel registró su visita a uno de los teatros chinos de la capital limeña -no menciona el nombre del teatro al que acudió- en su libro Sud Amerique (1879), el explorador austríaco-francés Charles Wiener hizo lo propio en su libro Pérou et Bolivie : Récit de voyage y el diplomático italiano Pietro Perolari Malmignati en su libro Il Peru E I Suoi Tremendi Giorni: 1878-1881, Pagine D’Uno Spettatore (1882), ambos autores visitaron el teatro Odeón, donde se representaron obras teatrales tradicionales por un breve periodo de tiempo desde 1876 hasta probablemente 1879.

Si bien el teatro tradicional chino de Lima despertaba la curiosidad y atención de peruanos y extranjeros como espectáculo novedoso, había una opinión generalizada sobre la intrascendencia y precariedad estética e intelectual de las funciones teatrales tradicionales chinas, así lo ejemplifica el accionar de la autoridad municipal: “Si es cierto que puede hacerse alguna gracia cuando se trata de espectáculos, es considerando que las funciones dramáticas tienden a la ilustración del pueblo y desarrollan las bellas artes; pero los espectáculos de los chinos no se hallan en este caso […]” (AHML : 26/02/1877 – 06/04/1877), y el pensamiento de Mariátegui (1928) sobre los aportes a la cultura literaria peruana:

El teatro chino, reservado casi únicamente al divertimiento nocturno de los individuos de esa nacionalidad, no ha conseguido en nuestra literatura más eco que el propiciado efímeramente por los gustos exóticos y artificiales del decadentismo. Valdelomar y los «colónidas», lo descubrieron entre sus sesiones de opio, contagiados del orientalismo de Loti y Farrere. (p. 288).

El predominio de estas ideas, no desplazó el atractivo de las características originales del teatro tradicional chino, sino que prevalecieron en un panorama ciertamente ambivalente donde su visita era recomendada y comentada por la prensa escrita: “Ellas  merecen  no  obstante  ser  vistas,  aunque  no  fuera  sino  como  una novedad […]” (El Nacional : 12/07/1891) y “Lo  curioso  en  el  teatro  chino  no  es  solamente  lo  exótico  de  su presentación sino que el decorado es simbólico” (Variedades : 14/10/1916). El teatro tradicional chino como espectáculo único caló en la curiosidad de diversos espectadores sin distinción de estatus social, oficio y nacionalidad.

El retumbar de los tambores había terminado, una a una las luces del teatro se apagaban. El frío de la madrugada recibía a los noctámbulos espectadores, que a pasos presurosos se alejaban por ambas direcciones del rastro de la Huaquilla. Enfundado en su gabardina, el prefecto charlaba con los chinos acaudalados mientras se dirigían a sus vehículos. En la esquina, un elocuente Valdelomar elogiaba a la musa exótica Tórtola Valencia, que era rodeada por los colónidas y periodistas enamorados. Atrás quedaba “La Carpa” donde la flama de Asia había hecho volver miles de ojos curiosos sobre ella.

Fuentes consultadas

  • Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima, Concejo Provincial  de  Lima  –  Espectáculos. Expediente. 26 de febrero de 1877 – 6 de abril de 1877
  • R. La construcción  del  teatro  chino  en  Lima.  (14  de marzo  de  1920). El Comercio, p. 9.
  • D’URSEL,    (1879).   Lima,   la   ville   et   ses   monuments.-   Les liméniennes.-    Sainte    Rose  et  la  Perricholi.-  Les  huacas.-  Les chinois.-   Combats   de   coqs   et   combats   de   taureaux.- Politique intérieure. En Sud-Amérique: sejours et voyages au Brésil, a la Plata, au  Chili,  eu  Bolivie  et  au  Pérou (pp.  262-279).  Paris:  E.  Plon  et  Cie, Imprimeurs-Editeurs.
  • ZIG ZAG. En el  teatro  y  el  barrio    (octubre,  1916).Variedades,  XII(450), 1354-1356.
  • LÓPEZ, Clodoaldo. El único amor de Tórtola Valencia. (junio, 1923). Mundial, IV(161), 22
  • FALCÓN, César. El retorno de la farándula china. (14 de enero de 1917). El Tiempo, p. 7
  • HERNÁNDEZ, Rafael. (198-?). “Teatro chino en el Perú (1848-1930): factor de nacionalidad en el teatro peruano”. Fuera del cerco. 2, 15-18.
  • MARIATEGUI, José Carlos. (2007). 7 ensayos de interpretación sobre la realidad peruana. Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho.
  • PEROLARI-MALMIGNATI,   (1882).  Razze  e  colonie. En  Il  Perú  e  suoi tremendi  giorni  (1878-1881) (pp.  171-213).  Milano:  Fratelli  Treves, Editori.
  • WIENER, Charles.(1880). Lima en 1877. Les Chinois. Le chemin de fer de La   Voies  de  communication  au  Pérou.  Passé  et  avenor  du pays.  Retour  en  France.  En Pérou  et  Bolivie:  récit  de  voyage  suivi d’études  archéologiques  et  ethnographiques  et  de  notes  sur  lécriture et les langues des populations indiennes (pp. 452-464). Paris: Librairie Hachette Et Ca.
  • Teatro chino. (9 de octubre de 1874). El Nacional, p. 3.

 

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