Un cuento tusán

Un cuento tusán

Rodrigo Campos
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Un cuento tusán

Para Tito, un chino negro del Rímac

 

Liberaron a los chinos,

sobrevivientes del viaje,

por este mismo camino

se fundó su tusanaje.

 

Los raptados cantoneses

sek cau cau, arroz y pena,

sin oro, agregando arena

y más años a los meses,

desde montañas de heces

se burlaron del destino:

construyeron su camino

con su fonda y su mulata,

al vencerse las contratas

liberaron a los chinos.

 

Se sumaron de Hong Kong,

de La Habana y San Francisco,

desde Chiclayo hasta Pisco

consolidaron su unión.

Y hubo chifa y San Akong

chinificando el paisaje,

tusán nació su lenguaje,

bilingüe pero no ambiguo,

cuestionando a los antiguos

sobrevivientes del viaje.

 

 

Ven la luz en los sesenta

el “Juancho” y el “Diez de Octubre”;

la Asociación Tusán cubre

a los chicos del setenta;

Villa Tusán, los ochenta;

y con la apertura vino

otro contingente chino,

incesante, hasta el veintiuno,

y APCH siguió oportuno

por este mismo camino.

 

 

Sean Hakka, Punti o Han,

tienen de negro y andino:

no los une un cuento chino,

los une un cuento tusán.

De Fukien, Cantón, Taiwán,

se ha enriquecido el linaje

del peruano mestizaje

que conforma esta nación,

con un chino corazón

se fundó su tusanaje.

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