Una presentación a “Cuatro tusanes, a cuatro manos, en cuarentena”

Una presentación a “Cuatro tusanes, a cuatro manos, en cuarentena”

Daisy Saravia

“Cuatro tusanes, a cuatro manos, en cuarentena”está conformado por una serie de escritos interesantes que reúne las exploraciones de diversos artistas en tiempos en que la coyuntura nos invita a reflexionar sobre la sociedad y sobre nosotros mismos. Textos que además son únicos porque nos adentra en la comunidad tusán, develando su sentir, su relación con el entorno y sus complejidades.

Si cada texto es una reflexión, pues partamos por la identidad que es el inicio de todo. Un acercamiento a los tusanes, sus maneras de comunicarse e interrelacionarse se plasma en el texto «Instrucciones escénicas para una performance tusán. Un extraño salió de mi vientre», escrito por Julia Wong y Rodrigo P. Campos, además con imágenes de Ediciones Andesgraund, Letra Clara (Chile-Bolivia). Dos tusanes acompasan el ritmo de su vida bajo la ritualidad, en el repetir una y otra vez costumbres de una cultura china aún presente, pero difuminada por el paso de los años. Cada gesto, movimiento y silencio tiene conexión con el tiempo pasado, las generaciones anteriores, el abuelo, el padre: todos los vínculos unidos frente al altar, en las fotos y en las tazas de té. Son años que pesan en las espaldas de los protagonistas, años como los del bonsái que veneran. Pero algo se detuvo, algo no crece y ese es el tono melancólico que envuelve la trama.

A lo largo de las escenas, la mujer y el hombre tusán viven una peripecia existencial, pues tiene un vínculo chino que temen desaparecer u olvidar pero que infructuosamente tampoco logran emular con éxito. La comunicación entre ambos tusanes se vuelve silencio, comprensión tácita por momentos pero también infructuosa por no ser ellos mismos. Así, la historia de ambos es una pequeña tragedia que se construye desde la intimidad, decorada con los objetos y las sombras de otros que asfixian el ambiente. El amor nace, el amor da frutos, pero el desencuentro persiste por no encontrar el afecto que se busca. Entonces en el fondo de sí mismos se confiesan que no son ni pueden ser como sus ancestros. Esta muestra en escena plantea así una pequeña reflexión sobre la identidad tusán, la complejidad que lleva ser uno mismo y entender al otro si acaso eso es posible. El amor parece ser el punto de partida para todo paso, pero también parece ser primero uno solo, completo y auténtico.

Otro género presente es el narrativo.Primero se tiene el cuento “La piel de Antonio (cosas de piel)” de Julia Wong, en colaboración con Gonzalo MacalopúChiu, quien ofrece una gráfica excelente, a modo de incursión en la novela gráfica.Las circunstancias acaecidas por el COVID-19 llevan a trastocar la vida cotidiana del mismo modo que replantea las relaciones entre individuos. Bajo el hálito del amor se construye un relato de dosis sórdidas, en la que una enfermedad misteriosa y repugnante condiciona la armonía  de una familia y del protagonista. En dos situaciones, el padre chino que hace su esfuerzo por sanar a su hijo Antonio y hacer que tenga descendencia, por otro, una mujer que se aleja de Antonio, despidiéndose de su amor bajo la excusa de ser víctima de la COVID. Personas que se separan, personas que se juntan en torno a una enfermedad. Es además una historia en la que dicha enfermedad, que responde al descaramiento de la piel, surge como señal monstruosa que todo es cambio y nada permanece, siendo tal vez lo único en pie el amor de la familia, de un padre.

La historia es también una reflexión sobre la identidad tusán y una reflexión sobre el individuo mismo y su humanización tras el halo de la monstruosidad. El relato de tintes grotescos explora la monstruosidad de la piel y del alma, aquella que cargamos cada uno cuando nos sentimos vulnerables, enajenados y perdidos por la realidad. Y en tiempos de pandemia, donde todo es caos, esa monstruosidad sale a flote triunfante. Si el mundo acaba , las relaciones también y es así que las acciones se centran en una historia de amor que acaba, no por la falta de comunicación sino por los miedos ocultos que se callan en el día a día o por la falta de sinceridad. Curiosamente, en este relato de despedidas, existe un cimento fuerte en la familia, en el entorno chino que se desglosa en las costumbres y unos padres abnegados. El retrato del verdadero amor en la familia es el sentimiento más hondo de la historia y se construye íntimo, pero sin idealizaciones. Es así como la historia de tintes grotescos lleva en sí la moraleja de que podemos hacer de nuestros monstruos una fortaleza. Como la imagen de Antonio saliendo del mar, más vivo y fuerte.

Siguiendo con los cuentos, se tiene luego“Hermana pequeña”, escrito por Julia Wong y NiltonMaa, con imagen de René Silva Catalán. Esta historia, acaso la más alegre de todas, es de acciones lúdicas pero subversivas, profundamente subversivas. Parece una anécdota que un chico se disfrace como su hermana para salir en un día de cuarentena, pero esta historia es, de hecho, un pretexto para reflexionar sobre la identidad de género, para ponerse en la piel de otro y de sí mismo anclando una comprensión mutua. El contexto del COVID-19 esla oportunidad para entender que el individuo necesita libertad y no solo aquella que implica salir de las cuatro paredes de la casa. El relato así se sumerge en buscar la libertad del ser que no ha sido silenciada por la pandemia sino por las voces de las personas. El protagonista, en su viaje por la ciudad, da cuenta de los múltiples estímulos que encuentra. Sus pasos son desafiantes en un contexto en que las reglas se hacen más fuertes. Del encierro de la cuarentena a la liberación se plantea un renacer del individuo mediante una volcadura de sus emociones y acciones. El juego entre géneros no pasa por usurpar el lugar, sino por conocer desde el otro. Y hay un goce, un disfrute en esto.

Finalmente, se tiene el género líricoy va de la mano de Julia Wong y Valeria Wong. Las imágenes que acompañan los versos son también de René Silva Catalán. Los poemas de ambas son poemas fugaces, que corren en intensidad como los tiempos de la pandemia. El miedo por la enfermedad las lleva a preguntarse por todos los miedos que, como humanos, arrastramos en diferentes tiempos y espacios, pero que hoy en el encierro se condensan y pueden volverse un monstruo de cuatro paredes. Valeria en su sensibilidad desgarradora asocia el encierro a la separación de las personas, a la carencia de afecto, los sentimientos que no colman ni dan tranquilidad. Por esta razón, los versos que exhibe son gritos de ardor y violencia: una guerra en el espacio pequeño de la casa, una guerra que limita y cala en su intimidad femenina. El yo poético nos muestra su fragilidad, abre su ser a flor de piel, pero es valiente porque no es indiferente a una realidad cruenta: “Sobrevivirá quien desdoble su fortaleza espiritual / No sé de qué cortina colgarme / No sé con cual envolverme para bailar”. La voz poética está plena de intentos, voluntades por una respuesta a la vida y por una esperanza.Por su lado, Julia Wong posee una contemplación más madura de su ser femenino, su voz es la que ahora vuelve a reencontrarse con el pasado y con su yo interno: “Ya no son las masas voluptuosas como el Mar de China /Lo que separa el pasado del presente”. Las imágenes de la tierra y el mar, los fósiles, las civilizaciones remotas; todo ello en un mundo que ha sido rebasado por el tiempo, pero que vuelve en circunstancias en que el individuo lo reclama. Se huye y se vuelve al origen: “Me envuelvo en caramelo turco, en manteles y pañuelos /Extendidos en la arena /Huyo de mí, de los espacios y lugares”.Y el yo poético es conocedor de lo efímero y de su vida atrapada en tiempos de la automatización. Su esencia humana se alza para encontrar conciencia. Para ambas,  ser conscientes de la realidad adversa es un modo de vivir.

Después de presentar estas historias escritas con estilos distintos, pero plagadas de una sensibilidad única, invito a los lectores a leerlas. Identifíquese con emociones salpicadas de miedo y valentía, acérquese a la historia pasada y presente de una comunidad peruano china que está aún por descubrirse.

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