El motín y la barca Cayaltí
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El Motín en la barca Cayaltí
Una vez que una barca con culíes llegaba al puerto del Callao sus contratos –firmados en China- eran traspasados a quienes los solicitaran. Salía la noticia en los diarios y los interesados, por lo general hacendados costeños, llegaban a acuerdos con los consignatarios. Finalizado el trato, los patrones, buscaban cualquier medio de transporte, incluyendo naves de menor calado, para llevar a los chinos a su lugar de destino: hacienda, casas (servidumbre doméstica), talleres, negocios, etc.
Es así como en febrero de 1868 la barca Cayaltí de bandera peruana transporta 50 culíes con contratas, del Callao a un puerto del norte a solo dos días, seguramente a Eten en Lambayeque. Es posible que el grupo de culíes fuera parte de un grupo mayor de 653 desembarcados en el Callao días previos (el 2 de febrero) de la fragata portuguesa Pedro de 1 484 toneladas de registro (TR).
La barca Cayaltí tenía menor capacidad, solo 198 TR y en anteriores ocasiones ya había realizado traslados similares al norte del país. Uno de ellos el 4 de octubre de 1866 a Huanchaco y Pacasmayo, siendo su capitán J.H. Luz. La carga estaba destinada para alguien de apellido Barrera y conducía 104 colonos asiáticos.
En el viaje de febrero de 1868, el propio dueño de la barca Cayaltí iba de pasajero con un chino sirviente y llevaba 20 000 pesos en mercadería. Un día después de la partida los 50 chinos se alzaron, mataron al timonel y al segundo piloto. El capitán y el piloto intentaron salvarse saltando al mar y tomaron objetos flotables pero los amotinados los alcanzaron en un bote y ahí mismo los mataron. A 9 tripulantes los amarraron a un ancla y los mandaron al fondo del mar. El dueño de la barca se salvó porque prometió no usar su revólver pero tuvo que quedarse en la nave casi como prisionero y posiblemente ayudó en dar orientación a la nave según conviniera a los rebeldes.
Sin conocimientos de navegación marítima ni de instrumentos como el compás, los amotinados orientaron la barca en dirección oeste con el fin de regresar a China. Después de 73 días llegaron mucho más lejos, cerca de las islas Kuriles (en Rusia-asiática) donde llenaron sus barriles de agua y luego pasaron al mar Ochotsk (Ojotsk). Toda esta región por su cercanía al Polo Norte está congelada en invierno excepto el área que rodea las Kuriles, haciendo difícil, e incluso imposible, la navegación por sus aguas. Sin embargo, la embarcación tomó rumbo al norte y ancló en Sand Sprit en Northealt el 23 de abril. El dueño de la barca y su sirviente fueron dejados en tierra. La Cayaltí con los chinos continuó rumbo al oeste para asombro de los balleneros de la zona quienes al observar el escaso conocimiento náutico de los insurrectos, las velas despedazadas y sus pocas provisiones auguraban el pronto fracaso de la travesía. Mientras tanto, el dueño y su sirviente pudieron soportar el hambre y el rigor del clima durante unas semanas gracias a que encontraron nativos amigables – posiblemente un grupo de la tribu Chukchi o Chukchee – que los llevaron a bordo del Sea Breese[1].
Durante los años del tráfico humano a Perú y Cuba -1850 a 1874- no fueron extraños los amotinamientos y los naufragios con muerte de muchos culíes incluso de capitanes y la tripulación. De todo esto un cónsul peruano de Macao opinaba que eran tan frecuentes “que ya ni sensación producen”.
El caso del motín en la barca Cayaltí es emblemático porque sucedió frente a nuestras costas en una nave caletera y sobre todo porque muestra el desacuerdo de los chinos, viajeros forzados, que ante una circunstancia de menor control deciden sublevarse y buscar el retorno a su Celeste Imperio. Hay que tener en cuenta que estas naves transportaban todo tipo de personas, incluso podían ser instigadores del desorden y la rebelión, pero que como alguien dijo: no tienen la menor idea del fin al que se les destinará…
Publicado originalmente en la revista Integración Nº44 en su columna Herederos del Dragón. Cedido por el autor para su publicación en esta web.
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[1] Parte de esta información apareció en el diario El Nacional de Lima el 10 de diciembre de 1868 traducida del Start Herald de Panamá.
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