Tres mujeres y un destino espacial

Tres mujeres y un destino espacial

Patricia Castro

(Este artículo fue publicada el 11.09.2015 en el Blog Vía China de El Comercio https://elcomercio.pe/blog/viachina/2015/11/tres-mujeres-y-un-destino-espacial)

Paola Wong Hidalgo se ha propuesto en esta vida volar alto y llegar lejos. Acaba de ser ascendida a capitán de la Fuerza Aérea del Perú. Hace algunos años se graduó de la Escuela de Oficiales de la FAP en el primer lugar de su especialidad y el segundo puesto de su promoción. Hasta el Lejano Oriente viajó en el 2014 para estudiar en China una maestría en ciencia espacial, con su única hija y su madre.

Tan alto y tan lejos que es la primera peruana en un programa espacial de la Universidad de Aeronáutica y Astronáutica de Beijing. La maestría que se dicta en inglés está a cargo de catedráticos chinos y extranjeros, quienes trabajan en las agencias espaciales. El promotor del programa es la Organización de Cooperación Espacial Asia-Pacífico (APSCO) que capacita en China a los especialistas de los países miembros como el Perú.

Desde el 2011, científicos de la Comisión Nacional de Investigación y Desarrollo Aeroespacial (CONIDA) y oficiales de la FAP rigurosamente seleccionados han cursado estudios de posgrado en esta universidad china para contribuir al desarrollo de la tecnología espacial en el Perú. Sin embargo, es la primera vez que una mujer resulta elegida y decide trasladarse a China por dos años con una niña pequeña y su mamá.
“Siempre tuve el sueño de estudiar en el extranjero. Provengo de un colegio nacional del Centro de Lima. Busqué información y me enteré que había un programa en China que capacitaba a oficiales de la FAP en el tema espacial. Conversé con mi esposo y mi madre, ambos me apoyaron. Consulté con mi jefe, “Paola, el mundo es tuyo”, me dijo. Postulé y gané la beca. Cuando le di la noticia a mi mami por teléfono, lo primero que escuché fueron sus llantos”, recuerda.

DE VUELTA A LAS RAÍCES

Yolanda Hidalgo viuda de Wong, mamá de Paola, lloraba de felicidad y quizás también por nostalgia. Su esposo como todo hijo de inmigrante chino, soñaba con conocer la tierra de su padre. “Cuando te lleve a China”, “cuando mi hija estudie en China”, le prometía a Yolanda. Pero partió de este mundo cuando Paola tenía siete meses de embarazo. No conoció a su nieta Ximena, nunca conoció China.

Paola tampoco conoció a su abuelo chino aunque vivió inmersa en uno de los valores más apreciados por los chinos, como la educación. “Mi papá contaba que cuando ingresaba al comedor del colegio, sus compañeros simulaban que hablaban en chino para molestarlo por sus rasgos. Mi abuelo le dijo que debía sacar el primer puesto. “Siendo el primero todos te van a respetar sin necesidad de decir una sola palabra”, le aconsejó. Desde entonces mi papá era siempre el mejor”, rememora.

“Quiero verte siempre por lo alto, volando y haciendo cosas importantes por el país y por la Fuerza Aérea”, le decía su padre a Paola. Él fue técnico de la FAP, ella ha sido ascendida a capitán en la misma institución. Quizás por eso Paola saltó de la escuela de suboficiales a la de oficiales, convirtiéndose en la primera mujer y el segundo caso de la historia, en que un alumno de la plana inferior asciende a la plana superior.
De la Escuela de Oficiales, Paola se graduó con honores. “Ingresamos nueve mujeres y nos graduamos cuatro. Es una escuela militar donde competimos cinco años, todos por igual. En la parte académica las chicas no tenemos ningún problema, sobresalimos en muchas materias, pero en la parte física es un reto”, sostiene.

RUMBO A PLANETA CHINA

Paola había resuelto que viajaría con Ximena a China. “Jamás se me pasó por la cabeza dejarla. Hasta la China pero con mi hija. Lo conversé con mi marido. Él me preguntó qué quería yo. Le dije, quiero llevármela. Mi mamá que nunca se había subido a un avión, se ofreció a venir conmigo para cuidar a la niña. Primero llegué sola y al mes vino mi esposo, trayendo a mi madre y a Ximena. Ya tenía alquilado el departamento y había comprado una olla”, confiesa.

Ella afirma que su marido es parte de esta travesía. Eloy Coronado Reyes, esposo de Paola, es ingeniero aeronáutico en el sector privado. Está estudiando un MBA en el Perú que empezó cuando Paola llegó a China en el 2014 y terminará cuando ella vuelva en el 2016. Todas las noches conversan por teléfono o Skype. “Crezco yo, crece él, crece la familia”, piensa ella.

Como tema de investigación, Paola estudia los microsatélites. En su tesis investiga sobre la orientación adecuada de estos satélites de manera pasiva. El Perú ha comprado su primer satélite de observación de la Tierra que será lanzado y puesto en órbita en el 2016. Este proyecto generó la construcción de una estación terrena en Pucusana y la capacitación de especialistas. El nuevo Centro Nacional de Operaciones de Imágenes Satelitales (CNOIS) abrirá sus puertas a inicios del próximo año.

“El Perú tenía que empezar su programa espacial en algún momento. Hay un equipo que se está capacitando en Francia para operar el satélite. La idea es darle continuidad al programa. Mientras tengamos más personal especializado, más productiva será nuestra carrera espacial. Con mis estudios en China soy parte de una cadena de transferencia de conocimientos”, evalúa.

Lo que le sorprende de China es cómo materializa sus proyectos. “Nos muestran videos con las fallas que han tenido pero están decididos a sacar adelante su programa espacial. A veces cuando estamos en clase escuchamos gritos y aplausos. Preguntamos qué pasó y nos dicen que acaban de lanzar con éxito otro satélite. Cada uno es un minilaboratorio. Así trabaja China”, indica.

Ella también tiene sus propias aspiraciones, tan altas y tan lejanas. Sueña con fundar la Agencia Sudamericana Espacial con sus compañeros latinos del programa en China, aprovechando la gran ventaja de la línea ecuatorial. También sueña con involucrar a más mujeres en el tema de tecnología espacial. Pero el desafío consiste en convencerlas de que pueden hacerlo.

“Las mujeres en esta área son trabajadoras, disciplinadas y organizadas. Cada paso les ha costado mucho sacrificio. Están apasionadas por su trabajo pero algunas desisten de avanzar más, quizás por sus familias. Les digo que hay becas y hay formas, si en verdad lo quieren. También les digo que precisamente deben hacerlo por sus hijos. Somos un ejemplo para ellos y es parte de nuestro compromiso con el país”, destaca.

Hoy es martes y Paola no tiene clases. Mientras trabaja en su computadora, Ximena pinta su cuaderno de dibujos. El fin de semana saldrá con su madre y su abuela a recorrer Beijing. Tiene apenas tres años de edad pero desde que llegó a China sabe perfectamente lo que significa la universidad. Esa palabra, ya es parte de su vocabulario para siempre.

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