Confifatoi!

Confifatoi!

Rodriguez Pastor
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(publicado originalmente en la revista Integración, nº47 )

Celebrar el nuevo año lunar entre los chinos de ultramar tenía tal fuerza histórica milenaria que hasta se consignó en los contratos de los culíes.

El título de este artículo, escrito correctamente,  debería ser  ¡kun hey fat choi! que en chino significa ¡Feliz Año Nuevo¡ Décadas atrás los peruanos lo pronunciábamos ¡confifatoi! y así lo aprendieron los niños que de manos de los tenderos orientales recibían un cucurucho con dulces cuando iban a sus tiendas gritando ¡confifatoi!

La palabra quedó entre nosotros con su mala pronunciación pero inevitablemente vinculada a la  llegada del Año Nuevo chino.

Celebrar el nuevo año lunar entre los chinos de ultramar  tiene una fuerza histórica milenaria[1], que hasta fue aceptada y consignada en los contratos de los culíes.   Una de las cláusulas de un contrato cualquiera, que en Macao firmaba un culí, se refiere a los días libres que debía aceptar y respetar el patrón. Va un ejemplo:

Conste, que se concederán al mismo [al culí] tres días de su año nuevo para cumplir sus funciones religiosas.

Una ocasión en que se comprobó ese cumplimiento fue en la hacienda Palto del valle de Pisco.  Un día de diciembre de 1877, el chino Atén se suicidó porque jugando había perdido su dinero y también la plata reunida del resto de los chinos, que tenía el encargo de guardar para los gastos de festejos del Año Nuevo.  De esta información se deduce que una parte de la organización era reunir dinero de los interesados a quienes durante tres días no se los encerraba en el galpón (especie de cárcel nocturna que había en todas las grandes haciendas agrícolas costeñas) y hacían comida que invitaban al administrador de Palto y a los caporales. Años después, en el pueblo de Pisco, para esa misma ocasión, los chinos libres hacían un banquete con invitados, reventaban cuetes con autorización de la Municipalidad y celebraban así durante tres días el año que llegaba.

Conforme pasaban los años, la situación se repitió igual y en ocasiones con mejoras, en muchas haciendas y pueblos, chicos y grandes, y los chinos libres ya con familia conformaban sus comunidades y adquirían locales propios. En Lima de manera paralela fue in crescendo.

Los orígenes

Muchas costumbres y celebraciones tienen un origen incierto.  Parten de leyendas o mitos y no dejan de tener un encanto porque tienen  ingredientes con nebulosidades mágicas: en la antigüedad china hubo un monstruo llamado Nian que en la última noche del año lunar iba de aldea en aldea buscando personas para tranquilizar su hambre.

En un poblado vio a dos pastorcitos divirtiéndose y haciendo zumbar sus látigos. Al escuchar tales ruidos huyó aterrorizado. Fue entonces a otro valle y en la entrada vio una casa con ropa roja secándose en un tendedero, y sin saber por qué corrió asustado. Al llegar a un tercer poblado, deslumbrado con la luz de los faroles, el monstruo salió huyendo.

Así fue como la gente supo que Nian tenía miedo a los chasquidos, al color rojo y a los faroles. Desde entonces la gente comenzó a reventar petardos, a colgar tiras de papel rojo y a encender faroles, convirtiéndose en una manera de celebrar el comienzo del Año Nuevo Lunar.

Con el tiempo al llegar esta fiesta también se hizo costumbre en China colgar en las casas el carácter chino “fu”  así como tiras de papel rojo con dísticos, preparar una especie de ravioles y “niangoo” (elaborado con arroz glutinoso) y pasar la nochevieja sin dormir[2].

En las noticias  

El diario El Comercio de Lima, del 14 de abril de 1859, reproducía la crónica de un periódico parisino sobre el Año Nuevo asiático: “se celebra con mayor pompa que el de los europeos, los festejos duran veinte días, se visitan entre ellos y se mandan tarjetas muy grandes adornadas con un grabado de madera que representa tres principales felicidades: un heredero, un empleo y una larga vida, cada una de estas felicidades simbolizada sea por un niño, un mandarín  o un anciano con una cigüeña o la longevidad”.

El mismo diario, con fecha 11 de febrero de 1891 daba la noticia que “del 8 al 11 los asiáticos (sic) residentes en esta capital han quemado no pocos paquetes de cohetes para celebrar el año nuevo. Algunos chinos por hacer esto los llevaron a la comisaría cumpliendo el artículo 95 del Reglamento de Policía (prohibido encender  candeladas y tirar cohetes de día y de noche, sin licencia del Intendente de Policía); además, en sus propias sociedades efectuaron suntuosos banquetes donde no faltaron exquisitos vinos. Y aquellos  orientales que tenían negocios enarbolaron sus banderas (oriflama triangular amarilla con un dragón al centro).

En 1895, el diario El Nacional  informaba que el representante de los chinos de El Callao “ha solicitado permiso para que la gente de la colonia pueda quemar cohetes durante los días 25, 26 y 27 de enero, pues es una práctica que forma parte de los homenajes por el advenimiento del nuevo año chino”.    En enero de 1898, el mismo diario daba cuenta de las actividades por el año nuevo lunar:

En no reducida parte de la ciudad flamea la bandera oriflama; la colonia se ha entregado a muchos modos de expansión de la alegría, queman cuetes, hacen sonar peroles, se regalan delicados manjares, liban copas de vino de arroz.

            La legación del Imperio Chino ha sido hoy visitada entre 3 a 5 pm por muchísimas personas particulares y funcionarios diplomáticos.  La fiesta continuará mañana y es de suponer que el lunes todos los inmigrantes regresen a sus tareas habituales”.  

En 1903, el alcalde de Lima, Federico Elguera (1901-1908), informaba  en el boletín de la Municipalidad que “el subprefecto e intendente de Policía ha concedido permiso a los miembros de la colonia china para que quemen cohetes los días 28, 29 y 30 del corriente mes (enero) en celebración de su año nuevo, por lo que no hay inconveniente de parte de este Consejo”.

En años posteriores, se hizo costumbre  y la celebración del Año Nuevo Lunar era parte de muchas otras dentro del calendario anual. Y así sigue hasta la actualidad.

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[1] Una aclaración para quienes desconocen la explicación de año nuevo lunar: el calendario chino se basa en un calendario lunar, el año nuevo comienza a partir de la primera luna nueva después del solsticio de invierno, por eso no existe un día exacto constante que marque el cambio, a diferencia del calendario occidental (gregoriano).

2 Revista Oriental Nº 908, 15 enero-15 febrero 2006.

 

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